He visto la película «Roma». Hacía años que una película no me gustaba tanto. Me dejó un poso de realidad, ternura y sensibilidad. Está basada en la niñez de Alfonso Cuarón, el director de la película. Así que, en cuanto vi que había un documental que se llama «Camino a Roma», me lancé a verlo.
Cuarón cuenta en el documental su proceso creativo. Comenzó el proyecto casi sin guión. Se dedicó, junto con su equipo, a reconstruir la casa de su niñez. Rescataron hasta el 70% del mobiliario de su infancia. Reconstruyeron escenarios de la Ciudad de México de esa etapa. Buscaron actrices y actores que se parecieran lo más posible a la familia y la gente que les rodeaba, etc.
Cuenta Cuarón que cuando esa reconstrucción de su infancia se iba materializando, empezaron a surgirle ideas, recuerdos, sensaciones, imágenes, sonidos. De ahí fueron naciendo las escenas que alimentaban lo que finalmente sería la película. Cuando escuché que había empezado el proyecto sin guión pensé: «hace falta estar loco y disponer de mucho presupuesto para hacer esto». Al saber que había ido creando la película a través de revivir su infancia, entendí por qué me había gustado tanto. No cuenta una historia al uso, sino que cuenta vida.
Venía a mi la reflexión de cuánto en nuestra vida es guión y cuánto es realidad. Cuánto es expectativa de «lo que debería ser mi vida» y cómo la realidad no se corresponde con nuestra expectativa. Veo en los procesos de coaching, y en mi misma, que nos aferramos a la idea de cómo debería ser la vida y nos frustramos porque no es como nos la imaginábamos.
Volviendo a la película de Cuarón, pienso que si él hubiera escrito primero el guión y después hubiera reconstruido el escenario de su infancia, quizás se hubiera encontrado con que algo no le cuadraba. Darle tanta importancia al proceso le permitió estar disponible para lo que su infancia recreada le traería. Si hubiera escrito el guión, probablemente se hubiera perdido lo que él ha calificado como «su primera película» (según wikipedia es la octava).
Si no nos aferramos al guión, a las expectativas, nos abrimos a lo que hay, aunque traiga dolor, nos vamos a encontrar con incalculables tesoros de realidad.
Eso sí, Cuarón tenía claro que quería hacer una película sobre su infancia, especialmente sobre la mujer que le cuidó.
Así mismo, necesitamos nuestras aspiraciones y retos para tener una vida plena. Ahora, el camino… seguro que nos sorprende.
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